Cap. 5 Pieza perdida.
La tarde había pasado rápidamente a lado de
Irma, tranquila y un tanto callada, pero a su lado, eso me resultaba realmente
reconfortante aunque a la vez un poco desolador. Irma no se pudo quedar más
tiempo acompañándome en la cafetería, puesto que tenía un compromiso en la
noche, nos despedimos y le prometí estar bien, la sonrisa que me dedico no
parecía del todo sincera, estaba preocupada por mí, puesto que yo ahora estaba
más confundida de lo que estaba en un principio.
Regresé a la mesa en la que había visto
transcurrir todo el día, saqué mi celular y simplemente me quede en la espera
de la nada. No tenía ganas de regresar a casa y mucho menos de ver a Gabriel,
al menos no hasta aclarar mis sentimientos, pero el destino no siempre hace
caso a lo que uno quiere.
La pantalla de mi celular se iluminó. Un mensaje. Sin muchas ganas pasé el
dedo sobre la pantalla para desbloquearla y el mensaje llenó mi pantalla.
“Saliste
muy temprano hoy en la mañana, no hay clases ¿sabes? – Gabriel.”
Claro, uno lo que ahora menos quiere es pensar
en él y él se hace notar , volteé el celular y me acosté sobre mis brazos
cruzados en la mesa… ¿Por qué la vida se empeñaba en tratarme así? El celular
volvió a vibrar, otra vez y otra vez, cuando me arto la vibración me incorporé
de nuevo y desbloqueé la pantalla, el primer mensaje se abrió.
“Hey, no piensas volver al departamento, voy a
salir y solo quería saber si regresarías. – Gabriel.”
“¿Por qué no estás contestando mis mensajes?. –Gabriel.”
“Oye, estoy comenzando a preocuparme, no he
tenido noticias tuyas en todo el día, aunque sea contesta un OK. – Gabriel.”
“Estoy saliendo del departamento ¿Dónde rayos
estás?, ya es muy tarde. – Gabriel.”
Resoplé. ¿5 mensajes? Realmente debía estar
preocupado como para gastar su saldo en mí. Le respondí:
“Estoy en
una cafetería cercana a la universidad, no hay nada por lo que preocuparse. –
Gina.”
En menos de 10 segundos ya tenía un mensaje de
él otra vez.
“¿En qué cafetería? – Gabriel.”
“No importa qué cafetería. No quiero que vengas.
Estoy bien, así que… - Gina.”
Por fin pasó un minuto y mi celular no vibró,
eso ya era un mérito, lo coloqué de nuevo en la mesa y me acomodé en la silla,
quizás estuviera exagerando un poco, quizás debía decirle en qué cafetería
estaba. Mi corazón se aceleró, sería hermoso si él viniese por mí, pero cerca a
la universidad habían por lo menos 10 cafeterías y él jamás llegaría tan lejos
por mí, además ¿Qué no había dicho que saldría hoy?
Al pasar cerca de una hora, la tonta esperanza
que albergaba, fue desapareciendo. Él definitivamente NO vendría.
-Disculpe señor, no puede pasar mojado.
-Será rápido, solo estoy buscando a alguien.
-Sí, pero no puede pasar así, está estilando –
el “señor” le dedicó una mirada seria al mesero y éste solo se hizo hacia un
lado.
-Gracias – masculló. Otra vez el suave susurró
se hizo en el café – ¡Gina! – dijo la persona que se paró a lado de mi mesa,
alcé la vista con mi corazón empezándose a alterar - ¿A qué demonios estás
jugando? - era él, abrí mis ojos
enormemente por la sorpresa, mi corazón de repente se detuvo. Era él. ¿Me había
buscado? – ¿Despierta quieres?
-Señorita, ¿conoce a éste señor?
-Ah, yo… - dije viendo al mesero como si
ocupase que me explicara que estaba pasando aquí.
-Claro que me conoce. Gina, nos vamos de aquí
ahora – tomó mi brazo y me jaló. Yo me levanté torpemente de la silla y el
mesero solo se quedó viendo la escena.
-No, espera… ¡espera! – dije zafándome de su
agarre – Te dije que no vinieras ¿cierto?
- él me miro incrédulo.
-Nos vamos, dije – dijo con una seriedad que me
llegó al corazón, tomé mi bolso y le pagué al mesero.
-Siento las molestias - Gabriel me sacó de la
mano de la cafetería y fuera estaba lloviendo, pero a él parecía no importarle
- ¡Gabriel, Gabriel!, ¿Me vas a escuchar si quiera? – grité, dejé de caminar y
él se volteó hacía mi – nos estamos mojando ¿sabes?
-¿Y crees que acaso eso importa? – estaba
molesto, y no solo eso, por primera vez estaba molesto conmigo.
-¿Cuál es tu problema? – le grité.
-¿Qué cual es mi problema? – rió
aterradoramente – Mi problema eres tú, de repente te desapareces todo el día y
no tengo noticias tuya ni por un segundo, me haces salir a buscarte y resulta
que estás tranquilamente tomando un café mientras yo…
-Te dije que no vinieras ¿cierto? Si estás
molesto por venirme a buscar, es tu problema, no él mío – Así que realmente no
había venido a buscarme como yo quería que lo hiciera. Ya estaba empapada
también, así que solamente metí mis manos en los bolsillos de mi short y empecé
a caminar por mi cuenta hacía el departamento.
-¿Quieres dejar de hacer eso? – dijo de pronto.
-¿Él qué? – dije sin voltearme a verlo.
-El ser así, antes no eras así. No me gusta
esta nueva tú. – Antes no estaba
confundida por ti, pensé.
-Pues lo siento, pero es así como están las
cosas – me jaló del brazo y me apegó a su pechó por la cintura
–¿Me
puedes decir qué es lo que te está molestando?
-Nada me está molestando, solo claro… Tú.
-Es por eso que me has estado evitando todo
este tiempo.
-¿Evitando? – dije enarcando una ceja.
-Sí te molesto tanto, entonces solo deberías
irte a vivir con alguien más ¿no?
-¿Es lo que quieres? Te recuerdo que fuiste tú
quien no me dio otra opción más que tu departamento.
-No, no es lo que quiero. Te lo dije o ¿no? No
estaré tranquilo sino estás a mi lado, entonces por favor no te vayas, pero si
no te sientes cómoda a mi lado, entonces no seré yo quien te ate – lo miré,
¿podría escuchar mis latidos?
-No pensé que vendrías a buscarme – susurré
apoyando mi cabeza contra su pecho - ¿por qué me buscaste aun a pesar de la
lluvia?
-Porque me tenías preocupado, tonta – me
abrazó.
-Siento haberme estado portando rara estos
días, pero entiéndeme, estos cambios me tienen…– quería ser clara con él, pero
no podía, no podía sincerar a mi corazón aun confuso.
-Tengo parte de la culpa también, yo también
estaba algo molesto contigo.
-¿Conmigo? – así que esa atmósfera rara no era
solo por mi parte - ¿Por qué estabas molesto conmigo? - lo volteé a ver, él se me quedó viendo y
luego desvió la mirada hacia otro lado.
-Nos estamos mojando ¿sabes?
-Eso parecía no importarte hace un momento –
soltó nuestro abrazo y me tomó de la mano, más delicadamente que la última vez.
-Bueno ahora si me importa, vamos a casa.
Quizás podía estar haciendo un poco de frío por
la lluvia pero bajo el cobijo de Gabriel, todo pasaba a segundo plano. A su lado
mis sentimientos confusos ya no parecían tan alocados, ahora seguían un tanto
confusos pero claros, parecía como si a su lado fuese capaz de todo.
-¿A qué se debe esa cara de tonta? – dijo Gabriel
al abrir la puerta.
-¿Es que nunca te vas a enfadar de molestarme? –
dije entrando al departamento.
-Ammm – dejó las llaves en el recibidor – no,
creo que no – me sonrió de medio lado, despeinó un poco mi cabello y caminó
hacía su cuarto – iré a tomar un baño y tu deberías hacer lo mismo.
Caminé hacía el baño del pasillo y al cerrar la
puerta me recargué sobre ésta, parecía como si hubiese pasado mucho tiempo
desde que Gabriel y yo volvíamos a ser los mismos de antes, pero claro ahora no
todo era “igual” a antes, puesto que yo estaba enamorada de él, o al menos
estaba empezando a tener sentimientos por él. Puse mi mano sobre mi corazón. Sí
este alocado corazón no significaba esto, entonces no sé que más podía significar.
Entre a la ducha y opte por tomar un baño
caliente, relajante y cálido… Cómo
Gabriel, pensé y una sonrisita se dibujo en mis labios, me tomé mi tiempo y
después de un buen tiempo salí, tomé una toalla y me cubrí con ella… no había
entrado con ropa por lo que tendría que salir así, pero no es como si hubiese
mucho problema, el baño estaba justo a un lado de mi cuarto. Al salir tomé una
toalla más pequeña y salí secándome el pelo, abrí la puerta y me topé con unos
ojos oscuros llenos de sorpresa y una mano a punto de tocar.
-Gabriel – dije sin aliento.
-Ah, Gina… - sin poder ocultar su sonrojo
pestañó algo nervioso – yo solo iba a
decirte que te esperaría para cenar.
-De hecho yo ya… cené – dije apretando un poco
más mi toalla hacía mí. En sus ojos pude ver la desilusión – pero… - añadí
rápidamente – Ya qué me buscaste bajo la lluvia sin ningún compromiso puedo
prepararte algo como recompensa – dije tomándolo de la mano, claro con mi otra
mano libre. Él sonrió y luego ocultó su sonrisa tras su palma.
-Sabes… creo que deberías regresar a la ducha,
no es correcto que hablemos así –dijo sarcásticamente y a mi mente vino la
conversación que tuve con él hace una semana, sabía que lo había hecho con esa
intención.
-Ah, cierto… Ya vengo – dije a la vez que posé
una mano en mi cadera y sonreía de medio lado, tratando de imitar su gesto de
la última vez.
-Ni cerca estás de imitarme – dijo dándose la
vuelta entre risas, yo me animé y le aventé la toalla con la que me secaba el
cabello.
-Tu tampoco ¿eh? – dije corriendo como niña
pequeña hacía mi cuarto.
A pesar de que mi día no había empezado con el
pie derecho, había terminado en un hermoso y gratificante día. Terminé de
vestirme rápidamente y salí a preparar la cena, Gabriel veía la televisión en
la sala para esperarme y al estar cocinando sentía como si estuviera en una
íntima escena de pareja, era la primera vez que estábamos compartiendo tiempo y
espacio en este departamento, me esmeré lo más que pude y para cuando la cena
comenzó a desprender su aroma, Gabriel apagó la televisión y se acomodó en la
barra, cuando me giré con el plato servido tenía frente a mí aun Gabriel
relajado, con una pierna doblada arriba del banco y sus brazos y cabeza
recargados sobre ésta mientras me veía con una dulce mirada.
-Huele genial, Gina – tomó los cubiertos y miró
emocionado el platillo – Hasta que se me va hacer probar tu comida – hice ademán
de que estaba exagerando, pero dentro de mí estaba emocionada por ver su
reacción; esperé parada enfrente de él con las manos entrelazadas por lo bajo,
cuando dio el primer bocado alzó la vista hacia mí y yo me encontré con su
mirada, él puso cara seria, masticó un poco y por un momento temí que no le
gustara… después de un rato levantó su dedo gordo y asintió con mucha energía –
muy bueno, muy bueno, Gina – dijo con la boca llena.
-Claro, lo preparé yo – dije dándome aires.
-Desde ahora en adelante, por favor has mi
comida – dijo con una sonrisa.
No sé porqué pero eso basto para aclarar
cualquier duda, fue como si este momento fuera la pieza perdida dentro de mi
revuelto rompecabezas, ahora era capaz de armarlo por completo. Estaba segura,
ya no había duda… estaba enamorada de Gabriel.
-Ni que fuera tu querida – dije en broma y me
volteé para evitar mostrar mi sonrojo. En verdad esperaba que las cosas en un
futuro tuvieran un rumbo diferente y que la vida me diera una oportunidad a su
lado.
El poder permanecer al lado de este tonto, es
todo lo que anheló –recé.
Continuará... Ale Mg'
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